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17-02-2011. HOMENAJE AL INSIGNE DON MIGUEL FLORES, MATADOR DE TOROS

CON FECHA 17 DE FEBRERO, EN LOS SALONES DEL RESTAURANTE "LOS PORCHES" EN MADRID, SE HA CELEBRADO EL HOMENAJE AL INSIGNE, DON MIGUEL FLORES, MATADOR DE TOROS, GANADERO, APODERADO, POETA, Y POR ENCIMA DE TODOS SUS TÍTULOS, EL QUE MÁS LE HONRA" UN BUEN HOMBRE". AL HOMENAJE ACUDIERON PERSONAS IMPORTANTES DEL MUNDO DEL TORO:

El acto fue presentado por el periodista César Núñez de la Rosa y también le dedicaron unas palabras, Donaire, Manolo Lozano, Juan Palma y Carlos Abella y entre los demás asistentes pudimos distinguir a Pablo Lozano, Gabriel de la Casa, Gonzalito, Julio Aparicio, Manuel Martínez Erice, Rafael Corbelle. El Puno, Lázaro Carmona, Pepe Ibáñez, Gallo de Morón, Jorge Fajardo, Agustín Marañón. Carmen Lladó, Pilar Guardiola, Marita Abadie, Blas Calderón, José Gallego, Roberto Espinosa, Pedro Giraldo, El Legionario, Andrés Caballero y los matadores en activo Alfonso Romero y Eduardo Gallo. y entre los medios que cubrieron el acto pudimos ver a Muriel Feiner, Elia Rodríguez, Domingo Estringana, Julián Agulla y el acreditado fotógrafo taurino CHELE.

   

 

16-02-2011. ENTREGA DE PREMIOS DE LA ASOCIACIÓN PARLAMENTARIA

Con fecha de 16 de Febrero, se ha procedido por la Asociación Taurina Parlamentaria a la entrega de los IV premios del pasado año 2010.

El acto tuvo lugar en el Palacio del Senado, siendo los premiados: D. Carlos Herrera, D. Luis García Campos, D. Eduardo Arroyo, El Bolsín Taurino Mirobrigense y El Centro de Asuntos taurinos de la Comunidad de Madrid.

Al acto asistieron personalidades del mundo de la política, las artes y las ciencias. No obstante, el acto careció de la presencia y prestancia que imprimen las figuras del toreo.


   

 

10-12-2010. ATENEO TAURINO DE MADRID
CELEBRÓ UNA CENA PARA SUS SOCIOS

El pasado viernes 26 de noviembre, la Asociación ATENEO TAURINO DE MADRID celebró una cena para socios e invitados en el Restaurante Casa Gerardo.

La presidenta, Pilar Guardiola y el secretario Teodoro Aguado, estuvieron atentos toda la noche a que en la amigable velada todo estuviera perfecto. Destacar entre los asistentes al Director de Cine José Jacoste, al poeta Blas Calderón que deleitó a los presentes durante los postres, al director de la revista El Alcalde, y al empresario Jesús Sierra, relacionado con el Grupo Vocento.

Fotos y Texto: Chele Ortíz

fotocena6   Nuestro evento ha sido publicado en www.mastoros.com
(Enlace)


























fotocena6   Noticia publicada el 9 de diciembre de 2010 en 4Esquinas
(Enlace)























fotocena1  

Foto de familia

















fotocena2   Presidenta y socias















fotocena3   Secretario Teodoro Aguado y compañía














fotocena4   Jacoste y Calderón















fotocena5   El poeta Blas Calderón















 



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Con esta nueva sección, el Ateneo Taurino, abre sus puertas a la historia de las plazas de toros españolas, algunas, muy vinculadas a la historia de España.

El primero de esta serie de relatos, que tendrán una publicación mensual, le paseará al lector por la historia de la primera plaza de España. “LAS VENTAS DEL ESPÍRITU SANTO”.

Un abrazo.

Pilar Guardiola Flores.
Presidente del “ ATENEO TAURINO”.

PD: La nueva sección se encuentra en el menú de vuestra izquierda bajo el título de "Relatos Históricos".


Morenito de Aranda

Juan de Mora



El diestro Víctor Puerto, reaparece en la plaza de toros de las ventas en la corrida celebrada el día 15 de agosto derrochando arte, torería y buen hacer.
Aunque no pudo llegar la oreja, sí, la vuelta al ruedo.






“El misterio de la fiesta: los toros como fuente de inspiración” es el título de la conferencia pronunciada por el catedrático de Filosofía de la Universidad Complutense de Madrid, José Luis Abellán, que ha tenido lugar en la sede de la Asociación Cultural Zayas, en Madrid. El acto estaba organizado por la asociación cultural “El Ateneo Taurino”, que preside Pilar Guardiola.

La imagen del toreo no solo como fuente de inspiración de los artistas, escritores y poetas, sino incluso como arte en sí mismo, fue la idea central de la disertación de José Luis Abellán. «El toreo –dijo- es una obra de arte que se produce en un momento determinado, y que después desaparece. Por eso el toreo es algo más que estética, y requiere de un sentido de la geometría».

A su juicio, una buena corrida requiere de buenos toreros y de buenos toros, y aún así no está garantizada la brillantez del espectáculo, porque al final hay una incógnita que depende de la conducta del toro: ahí está el misterio de una fiesta en la que la lucha entre la vida y la muerte es lo que hechiza al espectador. «El misterio de la fiesta –aseguró- se convierte en un milagro, en el que entre el toro y el torero se establece un lenguaje y una dialéctica imprevisibles».

José Luis Abellán concluyó asegurando que aunque la fiesta de los toros tiene un origen español, el arte de torear es universal.

En el debate posterior se pusieron de relieve algunas cuestiones como la necesidad de explicar y dar a conocer a las nuevas generaciones la realidad de la fiesta de toros, el agravio que se está haciendo al mundo taurino desde sectores interesados de la política, la falta de difusión del espectáculo taurino, y la necesidad de diferenciar el toreo de otras manifestaciones más festivas y lúdicas que se celebran en España en torno al toro.


 El ATENEO TAURINO tuvo el honor de recibir al Padre ÁNGEL GARCÍA en la Plaza de Toros de  Aranjuez, para el concierto benéfico a favor de la Asociación MENSAJEROS DE LA PAZ  de la que es presidente.
En la foto, el PADRE ÁNGEL charla con la Presidente del ATENEO TAURINO, DOÑA PILAR GUARDIOLA FLORES, momentos antes de comenzar el acto.
 Intervinieron, la cantante "CANDELA",  el conjunto " PERRO GRIS" y el gran aficionado "BLAS CALDERÓN" declamando su poesía al diestro José Tomás.


Para ver la entrevista, haga clic sobre la foto del concierto.






“Entonces Enkidu abrió la boca y dijo Gilgamesh: ‘Amigo mío, hemos triunfado’...    Entre la cerviz y los cuernos hundió su espada, Muerto el Toro Celeste, le arrancaron el corazón Y lo ofrecieron al dios Shamasash Luego, se sentaron como dos hermanos”  
                Epopeya de Gilgamesh 2500 a.C 
  
Es normal incluso deseable que no todos estemos de acuerdo en las mismas cosas. Lo que no  es bajo ningún punto de vista deseable ni aceptable es que se intente imponer nuestros criterios sobre los de los demás. Y eso desgraciadamente ha pasado, pasa y pasará siempre en este viejo, complejo y difícil país nuestro. España siempre ha sido plural y eso sin lugar a dudas es bueno y como decíamos antes incluso deseable pero si hay comprensión y respeto, lo triste es que en muchas ocasiones esto no existe, primando la descalificación verbal cuando no la violencia física para reafirmar nuestras convicciones. Son cientos los ejemplos que podemos ver y uno de ellos es el Toro, y todo lo referente a la llamada Fiesta Nacional. Que lamentable es ver la postura cainita que muchos españoles adoptan invistiéndose de un fundamentalismo talibán en el acoso, que afortunadamente no derribo, de una de nuestras mas sentidas y queridas tradiciones. ¿Por qué prohibir lo que no gusta a unos cuantos?, no es mas práctico y tolerante limitarse a no participar y dejar en paz a los que  conocen,  viven y disfrutan con la fiesta. En realidad la polémica sobre la licitud y conveniencia de este espectáculo no es aunque creamos ni mucho menos nueva. Ahora es Cataluña, quizás por razones oportunistas de bandería política la que vuelve a sacar la polémica, como hace unos años eran parlamentarios europeos de diverso jaez los que acudieron al Parlamento europeo con ánimo de acabar con nuestra muy antigua y tradicional fiesta.    

Tres han sido las razones que en los últimos siglos se han venido defendiendo para oponerse a los toros. Así podemos observar razones de orden religioso, de orden económico y razones de sensibilidad. Sin lugar a dudas estas últimas, son fundamentalmente las que defienden los detractores actuales, pero las otras dos razones fueron defendidas así mismo con rotundidad y vehemencia en los pasados siglos. Así en el siglo XV como se relata en la monumental obra de El Cossío,  encontramos al gran teólogo y canonista el Cardenal Juan de Torquemada como gran opositor del espectáculo de correr toros bajo el argumento de la ofensa que supone a Dios el asumir el riesgo de morir voluntaria e innecesariamente por quien se expone al juego del toro, así como los excesos y pecados ocasionados por los que presenciaban el espectáculo por su complicidad culpable con el riesgo ajeno y  el disfrute inmoral en la vista de la sangre y de la muerte, sin olvidar la promiscuidad de sexos en las gradas, la violencia y el escándalo, todo ello con grave perjuicio del  alma cristiana. Otro gran detractor fue ya en esta temprana época el arzobispo de Valencia Tomás de Villanueva, que criticó severamente que se celebrasen además estos espectáculos en muchísimas ocasiones votivamente en honor de algún santo patrón. Defensores de peso del espectáculo también los hubo sin duda, como el célebre teólogo de la universidad de Alcalá D. Juan de Medina. La polémica pues estaba servida. Esta contienda teológica y de buenas costumbres llegó muy lejos, incluso llegó a que diversos Papas intervinieran en la cuestión. Así el pontífice Pío V publicó en 1567 su famosa bula “De salutis gregis dominisi” en la que amenaza a los fieles seguidores de este espectáculo con la excomunión. Fue tan violento el ataque a unos espectáculos ya tan arraigados en el pueblo que se dice que el muy religioso Felipe II gran conocedor de su gente y que veía lo exagerado de la posición y el grave perjuicio que su incumplimiento hacía a la autoridad de la iglesia, que llegó a decir aquello de “ si prohíben toros que corran vacas”.

El papa Gregorio XIII moderó el rigor de la bula de su antecesor excluyendo de tal pena canónica a los legos, en su “Exponis nobis super” de 1575. Sixto V vuelve a endurecer la norma que a su vez Clemente VIII su sucesor en la silla de San Pedro por la “Suscepti numeris” vuelve antes de finalizar el siglo a dulcificar. Es de imaginar lo que supusieron en el ambiente sumamente religioso del siglo XVI estas disposiciones papales tan contradictorias y desorientadoras. Así podemos imaginar un auténtico juego de niños las polémicas suscitadas en el Parlament catalá, frente a las discusiones escolásticas y bizantinas de apologistas declarados de la fiesta y detractores recalcitrantes antitaurinos como lo fueron el jurista Juan Yáñez Parladorio y el padre Juan de Mariana. La polémica perduró durante todo el siglo XVII destacando en su censura el trinitario Fray Manuel de Guerra y Rivera. Pero no creamos que las discusiones quedaron solo en el ámbito importante aunque reducido de la teología y el derecho. Sabemos que trascendió también al campo literario, aumentando si cabe su conocido encono y rivalidad, entre D. Francisco de Quevedo curiosamente detractor de la fiesta del toro, y D. Luis de Góngora gran aficionado al espectáculo del rejoneo que cada vez ganaba mas adeptos frente al alanceo a caballo o a pié quieto del animal astado al uso en el siglo anterior. La defensa y censura por causas de orden económico, la vemos también en época muy pretérita, así el licenciado Gabriel Alonso de Herrera en su “Agricultura General” de 1513, habla de los beneficios y utilidades del toro para la economía del campo, aunque abomina del dolor y el tormento del animal. La relación que el hombre peninsular tuvo con el Uro, el antecedente del toro bravo, se pierde en la noche de los tiempos, pasando de la representación de su caza para alimento a la mitología. El primer mito táurico nos lleva a uno de los primero reyes hispánico, el tirano Gerión del que cuenta la mitología griega poseía enormes rebaños de toros y vacas bravas en sus dominios de la bética peninsular. Representaciones de toros podemos ver en España en decenas de lugares y objetos. En el paleolítico inferior se cazaba el toro habiendo quedado reflejado este en Altamira (Cantabria), Albarracín (Teruel), Alpera y Minatera (Albacete) o La Janda (Cádiz), y en tiempos primitivos pero ya históricos lo vemos representado como animal sin lugar a dudas sagrado en esculturas como los toros de Guisando (Ávila) o de Balazote (Albacete). El culto al dios oriental Mitra que trajeron consigo las legiones romanas impulso si cabe mas el carácter sagrado de este poderoso animal astado. En un principio el toro fue objeto de muerte y captura tanto para su alimento como para su utilidad doméstica. Con el transcurso de los años quedo reducida su caza a la realeza y a las clases privilegiadas. Disponemos de una referencia datada en 1080 en Ávila donde se celebraron con toros los desposorios de Sancho de Estrada con doña Urraca de Flores y algunos años después en el 1107 también en Ávila con motivo esta vez del enlace de D. Velasco Muñoz con doña Sancha Díaz. En las Partidas de Alfonso X se habla de hombres profesionales en la lidia y muerte del toro, y son numerosas las referencias de funciones reales en que aparece como espectáculo principal la lucha y muerte del toro. En general la dinastía española de los Austria fue proclive cuando no entusiasta de las corridas de toros. Quizás fue Felipe IV el mas aficionado de todos ellos, pero no debemos de olvidar a nuestro Emperador Carlos V que procediendo de una cultura ajena al toro debió de enamorarse del espectáculo cuando vio por primera vez una corrida de toros en Llanes (Asturias) en 1517 pocos días después de desembarcar por primera vez en tierras españolas. Algo debió de remover su instinto cazador y guerrero o fueron sus genes maternos porque es conocido que no solo presenció sino participó en espectáculos taurinos en Valladolid en las fiestas que siguieron al nacimiento de su hijo Felipe. Laurent Vital el cronista flamenco que le acompañó en el primer viaje a España hizo una descripción épica de la corrida que los llaniscos asturianos le ofrecieron en su breve estancia en esta villa marinera. Aunque recuerdo haber trascrito ya esa crónica hace unos años en otro artículo sobre la jornada en Llanes del Emperador, creo que por su interés y fuerza literaria podríamos volver a transcribir, ya que aunque no comenta nada el cronista sobre el asunto es evidente que debió de impresionar y sin duda gustar al joven Carlos el espectáculo, siendo este desde entonces un defensor de tan caballeresco y esforzado encuentro entre hombre y bestia. Es curioso, que la sillería  del coro de la iglesia del Monasterio de Yuste, su última y voluntaria morada, tenga espléndidos gravados en relieve de toros.

En uno de los relieves aparece un gayumbo o toro enmaromado, y en otro podemos ver a dos hombres lidiando un toro, uno de ellos portando una espada y un escudo, mientras el otro sostiene la capa y una especie de flecha de las que se encuentran varias sobre el lomo del bóvido, ¿tendría algo que ver el Emperador en ello?. Así escribía su crónica taurina Laurent Vital en 1517: “Por la tarde y después de vísperas, fue Su Majestad a ver la corrida de toros, que proporcionó gran diversión por que los toros eran fieros y malos como ellos solos, según lo demostraron cuando ya estaban excitados, hiriendo a muchas personas, entre las cuales hubo un hombre en peligro de muerte. Para daros a conocer lo que es este juego, se escoge una plaza grande y espaciosa para ver mejor la corrida, cuyo sitio se encierra para seguridad de los espectadores, y preservarlos de los peligros que pudieran acontecerles, como también evitar que nadie entre en el cercado que no sea de la cuadrilla, la cual se compone de un número de mozos valientes, a pie y a cuerpo para poder correr mejor y defenderse de la fiera, llevando cada cual en la mano su correspondiente chafarote. Luego, y cuando ya están preparados, se hace salir un toro y que entre en la plaza, y como se asombra de ver tanta gente por todos lados, por que a donde quiera que va se encuentra con el paso cerrado, entonces, para mas incitarle los toreros, les tiran unos palos de diez pies de largo que tienen en la punta un pincho de hierro afilado como el de una lezna. Cuando los toros se sienten heridos por las picas que les han puesto, y perseguidos por los gritos de todos lados, se enfurecen de tal modo, que destrozarían una persona si llegase a alcanzarla, así braman y corren enfurecidos por los fuertes pinchazos que la cuadrilla les da, y sus picas a la vez que les cuelgan de la piel, y la hieren cada vez mas, cuanto mas corren, y se da a correr, detrás de uno de los chicos, en que se ha fijado para envestirle, y el cual no sabe como escapar; tan rudamente le persigue la fiera. Entonces cuando sus compañeros ven que empieza a fatigarse, persiguen todos al toro, dándole tajos con las espadas, de suerte que el animal se ve obligado a dejar su presa para perseguir a otros, viéndose con frecuencia que algunos se echan al suelo para evitar el encontronazo y tal vez la cornada, cuando de otro modo no les es posible escapar. Y cuando el animal les ha corrido un buen rato, y ellos han dado bastante entretenimiento a los espectadores, de miedo de que la  bestia no hiera malamente o mate a alguno de la cuadrilla, le cortan los jarretes con sus chafarotes, con lo cual el toro se ve obligado a arrastrarse, y por último a echarse por no poderse tener ya sobre sus piernas, matándole después y arrastrándole fuera para repetir la fiesta con otro toro, y ver cual era el peor de la ganadería o el que había dado mas juego. Así como lo habéis oído, tienen lugar las corridas de Toros”. Todavía no se puede en esta época hablar auténticamente de arte de la lidia siendo mas un juego sin otra finalidad que la diversión peligrosa, pero poco a poco va evolucionando el espectáculo adquiriéndose complejidad y estética y evolucionando el toreo caballeresco con la muerte a lanza hacia el mas refinado toreo con rejoneo a caballo volviéndose a la monta tradicional española a la gineta frente a la estradiota que era la habitual en la suerte del aleanceamiento a la espera de la acometida del toro, que inventó D. Pero Ponce de León hijo del marqués de Zahara.

Como decíamos anteriormente el Emperador Carlos V participó en Valladolid en tan bizarro como peligroso lance. Así nos cuenta Fray Prudencio de Sandoval que “fue tal el número de caballeros que entraron en la plaza que porque no podían siendo tantos salir los toros, mandó el Emperador que todos se pusieran en ala y que ninguno se menease si el toro no viniese a embestir con el. Y así se repartieron en dos partes en hilera, hombro con hombro, y él que quería dar lanzada, salíase un poco de los otros. El emperador dio una buena lanzada; otros también se quisieron señalar”. Al parecer no fue esta la última vez que salto a la arena a lidiar un toro. El licenciado D. Luis Zapata nos relata lo siguiente “era un toro grande y negro como un cuervo y se llamaba Mahoma. Yo lo vi; ya se puede ver la expectación que habría de ver entrar en campo con una bestia fiera al Emperador de los cristianos; y aunque era bravísimo el toro no le quiso, sino junto a San Francisco se estaba quedo, parado, bufando y escarbando. Entonces llegó D. Pedro Vélez de Guevara, un caballero viejo, gran maestro de aquel arte y dijo: así le había vuestra majestad de llamar para que entrara, y dijo el emperador: id vos y veamos como hacéis. Fue a él D. Pedro Vélez; parte contra él luego el toro y derríbale y échale fuera las tripas a su caballo, y vuelve a pié muy corrido al Emperador que le dijo: esa lección D. Pero yo no la pienso tomar, si a Dios place. Torna el caballo a volverse a su puesto como antes y como no venía a él, parte para él el Emperador, y dale por el cerviguillo una lanzada de lo que cayó luego muerto enclavado con la lanza”. Vemos pues que el Emperador no solo holgó sino participó de tan hispánica fiesta a la que Francisco de Goya defendió y Melchor Gaspar de Jovellanos denigró y a la que mantendremos o no según quiera el sentir colectivo de la ciudadanía. Los carteles que anuncian el festejo suelen siempre decir desde hace un buen número de años” se celebrará la corrida, si el tiempo no lo impide y con permiso de la autoridad”. Que sea esa autoridad quien permita o no el espectáculo si así lo quiere el sentir general y democrático de los españoles, pero sería doloroso que la supresión nos viniera de parte de cuatro, cuarenta o cuarenta mil pacatos extranjeros ajenos a nuestras tradiciones que presionando a las autoridades comunitarias, nos hagan perder una de nuestras mas señaladas muestras identitarias del carácter alegre, audaz y festivo del ciudadano hispánico y mediterráneo.


La tarde se oscurece con el velo de la tragedia.
Desde el escalonado granito de la piedra, el tiempo corre veloz al encuentro del mito.
Mientras tanto, en el coso, que no cabe más aliento que el soplo del Dios Eolo, la luz y los colores de la fiesta, se difuminan con el primer toque de timbales y el trote gallardo de las monturas. No eran las cinco de la tarde cuando se abrió el portón de la gloria. Música, Timbales y griterío acompañando el acompasado rito del paseillo. Un exhultante rayo de luz cae a plomo iluminando el brillo de los bordados. Suena un clarín. Las entrañas de la plaza se abren para arrojar al ruedo un burel negro que huele el aire, un aire que huele a miedo y a valor. Se hace el silencio en el coso. Finaliza el griterío. Comienza la espectación, el asombro, el latigazo en el estómago, la tensión en el espinazo.

En el centro del universo del toreo, una figura aparentemente frágil, hierática, insultante de valor, exultante de torería, lancea a la bestia con una frialdad que desafía a la parca. Y se inicia el juego con la muerte en cada pase, y comienza un baile de quietud de torería, de mayestáticos derechazos y naturales, y el coso entero desaparece reduciéndose a unos pocos metros en dónde hombre y bestia se miden de poder a poder.
Se hace el silencio. Torea José Tomás.
Es un instante. Un pase que no termina queda enganchado entre los pitones. Un grito de horror se extiende por la plaza. El diestro, ensartado, se mueve muñequeando al ritmo del burel. El matador cae a tierra cubierto de su sangre. Se acerca la Parca. Es en ese instante cuando la Paloma Blanca baja al ruedo y desvía la guadaña cicelada de la muerte. El mito, que ha podido ser leyenda, pactará con la vida.

PILAR GUARDIOLA


Con el objeto de ayudar al mundo de la tauromaquia en sus variadas facetas, se ha presentado la asociación "El Ateneo taurino", en un acto que estuvo por el gerente de asuntos taurinos de la Comunidad de Madrid, Don Pedro Ballesteros. Al mismo se dieron cita el matador de toros "Yiyo", el novillero "Miguelín", el ganadero Don Manuel Valenzuela, el presidente de la peña taurina "El Puyazo" Don Juan Montoro y el escultor Don J. Lalanda entre otras numerosas personalidades que llenaban la sala Antonio Bienvenida de la Plaza de Toros de las Ventas en Madrid.
En la Foto de izquierda a derecha vemos a Don Carlos Peñaloza Director de informativos de Radio Intereconomía, el Padre Don Angel García Presidente y Fundador de mensajeros de la Paz, Doña Pilar Guardiola Presidenta del Ateneo Taurino, Don Pedro Ballesteros, Doña Dolores de Lara Reportera Gráfica, Don Manuel Valenzuela Ganadero y Don Julio Blanco Director de la Revista El Alcalde.









En la foto, el Padre Don Ángel García, Presidente de honor del Ateneo Taurino junto a la Presidenta Doña Pilar Guardiola y a la Vicepresidenta Doña Dolores de Lara.

Con fecha 21 de marzo de 2011, la asociación "El Ateneo Taurino" procedió a la modificación de su junta directiva